Siguiendo con la dinámica que teníamos hasta ahora, esta vez
introducimos los valores en dos actividades distintas.
La primera fue el cuentacuentos. Esta actividad consistía en
unir la música con la narración de un cuento y para ello nos dividimos en
grupos, por un lado los que querían encargarse de la música (entre los que
obviamente me encontraba) y por otro los que elegirían una serie de cuentos
entre todos los que había, ya que cada uno tuvimos que llevar un cuento (el mío
se encuentra en la entrada anterior de este blog).
Nuestra tarea fue la de elegir una serie de canciones que
hablaran sobre algún valor esencial en la vida para el día de la actuación,
representarlas junto a los cuentos para nuestros compañeros.
Tras unos días de trabajo en grupo decidimos escoger
canciones como, “¿Por qué no ser amigos? De el Canto del Loco y Hombres G” o “Hecho
con tus sueños de Maldita Nerea” entre otras.
¿Por qué no ser amigos? De el Canto del Loco y Hombres G
Hecho
con tus sueños de Maldita Nerea
El tercer grupo, dividido en dos, que no se encargó ni de
los cuentos ni de la música tuvo el cometido de representarnos, otro día distinto
al nuestro, un cineforum en el que pudimos ver resúmenes de grandes películas
como “Diarios de la calle” o “Crash” y de las cuales uno de los grupos, nos habló
sobre los valores que en ellas se mostraban.
Yo sin embargo me quedo con el caso que nos puso el otro
grupo sobre la integración escolar, el caso de “Super Antonio”. No hace falta
que hable de él, ya podéis opinar vosotros mismo viendo el video que más abajo
os dejo.
Sin embargo esto me recordó enormemente a un suceso que me ocurrió
el verano del 2013 trabajando de monitor de un campamento.
El niño se llamaba Michael, y su lucha era contra la Distrofia
ósea esclerosante mixta, “Una rara forma de osteoesclerosis causada por una
ausencia de calcio en los huesos” según http://www.nodiagnosticado.es.
Este niño tenía tan solo 5 añitos, y era uno de los integrantes de mi grupo de
niños en esa quincena, y jamás pensé que me cambiaría la vida…
El primer día que le vi, solo pude fijarme en su
anormalmente tamaño, muy por debajo de la altura media de los niños de su edad,
con el vientre abultado, las piernas pequeñas y algo torcidas y con dificultad
para comunicarse verbalmente, sin embargo, una sonrisa que hacía que amaneciera
cada día de ese campamento. Su drama no termina ahí por desgracia, este niño
vive en un centro de acogida ya que sus padres le abandonaron nada más nacer,
lo que me hizo aprender que también hay gente que nace sin corazón, menos mal
que él no heredó esa verdadera discapacidad.
Al principio le costó integrarse, los demás niños le miraban
raro, no quería jugar con él, y ni siquiera acercarse, pero esto cambió a los
pocos días, ya que les hice descubrir el poder del cariño. No es profesional
tener un niño favorito, y menos que esto, se te note, pero en este caso fui
imprudente y el cariño que empecé a sentir por ese niño, fue quizá desmesurado
pero esto hizo ver a los demás niños que no ocurría nada si te acercabas a él y
que el miedo que sentían era totalmente absurdo, y lo sucedió los días posteriores
quedara en mi memoria toda mi vida, los niños comenzaron a tratarle con un
cariño y una ternura que jamás creí que pudiera ocurrir entre niños tan
pequeños, le ayudaban a cambiarse de ropa, a comer, jugaban con él, se bañaban
con él, pase a ser un monitor de según plano para que ellos fueran los auténticos
encargados de su seguridad, y esa imagen junto a esa sonrisa, permanecerá junto
a mí el resto de mis días.
Actualmente estoy intentado descubrir en que casa de acogida
está, sin embargo la empresa en la que trabajo, no me puede dar esa información,
pero de alguna manera u otra la obtendré porque volver a ver esa sonrisa sería
recuperar el amanecer en un día de verano.
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